Cada jueves y sábado se realiza la conocidísima Feria de la 16 de Julio, un recontra grande mercado donde uno puede encontrar todo lo que uno quiera. Ingresando por una de sus calles, llegué al lugar donde venden animales domésticos. ¡Pato, patito…! Decía la vendedora. Yo me acerqué y aunque no pensaba comprar ni uno, le pregunté ¿Cuánto cuestan los patitos?, “el par 12 me respondió”, “llévate pues, te voy a dar un machito y una hembra”, ¿y cómo sé cuál es macho y cuál es hembra? pregunté, la señora me explicó, “te vas a dar cuenta por el pico, el pico del macho es más largo, y el pico de la hembra es más corto”, ahhhhh, dije yo. Aprendí algo nuevo que no sabía.
Y así anduve preguntando precios: un par de conejos de castilla o cuis pequeños, el par a 12 bolivianos, pero si es uno solito y algo más grande a 8 bolivianos. Una gallina mediana a 20 o 25 bolivianos, un par de gansos mediados el par 150 bolivianos, pero me llamó la atención unas gallinas negras algo extrañas. Costaban 60 bolivianos, y porque tan caro dije, a lo que la vendedora me dijo, “son gallinas brasileras, son ponedoras, por eso cuestan ese precio”.
Continué caminando.
Y así anduve preguntando precios: un par de conejos de castilla o cuis pequeños, el par a 12 bolivianos, pero si es uno solito y algo más grande a 8 bolivianos. Una gallina mediana a 20 o 25 bolivianos, un par de gansos mediados el par 150 bolivianos, pero me llamó la atención unas gallinas negras algo extrañas. Costaban 60 bolivianos, y porque tan caro dije, a lo que la vendedora me dijo, “son gallinas brasileras, son ponedoras, por eso cuestan ese precio”.
Lo lamentable es ver a los animalitos amontonados en pequeñas jaulas, empujándose para lograr apenas moverse. Estos animales están desde la mañana así. Otros están en cajas, pero igual, muchos animalitos juntos y al parecer están sin comer ni tomar agua desde la mañana. Algunas jaulas medían aproximadamente 20 cm. de alto y en ella estaban gallinas medianas que requieren mayor espacio. En otra jaula de igual tamaño, estaban patos grandes, los cuales prácticamente no podían levantar el cuello.
Continué caminando.
¡Alzate, refresco de 0,30, 0,50 con yapa…! Invitaba la refresquera a la potencial clientela. Después de elegir entre refresco de coco, refresco de mani y refresco de piña, emprendí caminata hacia otro sector de la feria.
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