Ubicado en lugares estratégicos en la Ceja de El Alto, como la concurrida avenida 6 de marzo, encontramos a los lustrabotas. Equipado con sendas cajas o cajoncitos en cuyo interior vamos a encontrar: cepillos de diferentes tamaños y colores, tintas de diferentes colores, crema de zapato, pedazo de tela para sacar brillo, el personaje de esta historia se luce dejando brillantes nuestros polvorientos zapatos, que muchas veces han tenido que hacer largas caminatas que conducen a tomar un minibús hasta la Ceja, para de ahí tomar otro que nos conduzca al centro de La Paz.
Ataviados con un pasamontañas que cubre toda su cabeza y rostro y un overol, o una vestimenta ya bastante usada, el lustrabotas le devuelve la vida a todos los calzados que pasan por sus cepillos por el módico precio de 0, 50 centavos.
"Me voy a hacer lustrar mis zapatos en la Ceja", es el pensar de muchos apurados que transitamos por la Ceja y que lo primero que buscamos es ubicar al que va a poner presentables los ajados y ajetreados calzados alteños.
Los varones son los que más se dedican a esta tarea, sean niños, jóvenes o adultos. No se ve niñas o muchachas jóvenes en esta actividad, pero si hay alguna mujer adulta dedicada a esto.
En el interin de una lustrada, pregunté:
¿Y tienen alguna asociación?
Lustrador: Si
¿Y cuántos son?
Lustrador: Somos veinte.
¿ Y hay mujeres en tu asociación?
No, nosotros no aceptamos mujeres en nuestra asociación.
Fin de la breve charla, y yo me fui pensando ¡Qué tal les iría a las muchachas si incursionara en esto también!
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