Pensaba que iría a ser un día pleno de sol y hasta me atreví a decir, "va a estar soleado todo el día", pero pasó todo lo contrario. El pasado 17 tenía que recogernos una lancha de Copacabana para transportarnos hasta la isla de la Luna, pero no se pudo porque las olas se pusieron bravas, había viento y mucho frio. Cambio de planes. Tuvimos que dirigirnos hasta Yampupata para de ahí tomar lancha a la isla. Ya embarcados hacia la isla, empezó a llover y el oleaje se intensificó provocando, claro está, algo de temor.
Al día siguiente, por fortuna salió el sol, tan espléndido, pero ya teníamos otra dificultad. En la isla no hay agua potable, así que la única opción era bajar al lago y acarrerar agua. Pienso que debió ser complicado para quienes tuvieron que bajar al lago, para luego subir luego con el agua. Éramos 20 personas, así que el líquido elemento disponible se agotaba rápidamente y bueno, más bien el lago estaba ahí. Acostumbrados, a tener agua en abundancia con solo abrir el grifo, tener que esperar a que subieran el agua provocó mucha molestia en algunos miembros del grupo. Habitar en una comunidad implica sus desafíos y pienso que hay que adecuarse a las circunstancias.
Después de pasar tres noches en la isla de la luna, nos fuimos a la isla del Sol. Ya en el hospedaje, el dueño de éste nos dijo, "aquí no tenemos agua de pila, traemos agua en burro, por favor el uso de la ducha tiene que ser breve". Ciertamente, la rutina para traer agua comienza my temprano por la mañana, ya que a las cinco o seis de la mañana, si es que no es más antes, bajan los burros cargados de los bidones para recoger agua de la vertiente que brota hace mucho tiempo atrás.
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