Franz y Gladys estaban pasteando a sus ovejas cuando yo aparecí en sus vidas. Este fin de semana volví a ir a una comunidad cercana al Lago Titicaca. Acompañada por el inolvidable paisaje del lago y las montañas y el silencio interrumpido únicamente para saludar a alguna que otra persona que encontraba en el camino, recorrí algo más de tres horas.
Al llegar a la comunidad buscaba alguien que me diera razón para ver el museo de la localidad. Pero no había nadie, sólo vi a un par de niños. Decidé tomarles de lejos una foto y luego proseguir con mi búsqueda. Mientras seguía buscando me encontré con los niños y pude pasar un momento muy agradable con ellos. Franz, el más pequeño, está cursando segundo de primaria y Gladys, quinto de primaria. Aunque yo pensé que no se habían percatado que les tomé más antes una foto, ellos me preguntaron por la foto y se las mostré en la pantalla de la cámara. Ellos estaban muy entusiasmados y llegué a tomarles varias fotos. Nos entretuvimos un rato tomando fotos, que las ovejas se habían ido ya algo lejos y Gladys tuvo que correr para volverlas a traer.
Y en cuanto al responsable del museo, finalmente lo encontré, sólo pude ver una especie de plaza con piedras paradas grandes, parecido a lo que conocemos como Kalasasaya en Tihuanacu y restos de una habitación antigua.
2 comentarios:
Bella entrada.
Refleja el cariño que sientes por tu comunidad.
Gracias Cati,
Te dejé un mensaje en tu blog.
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