Por indicación de una persona llegué a una comunidad cercana a las orillas del Lago Titicaca. Como toda forastera no conocía a nadie en el lugar, me habían dado indicaciones para ubicar determinado lugar, pero el sitio estaba cerrado y debía buscar al responsable de la llave. Caminé bastante, y de pronto me encontré con él, un abuelito sentado sobre una piedra. Lo saludé y me acerqué, le di la mano y sentí una mano encallecida por los años de trabajo en el campo. Me dijo que se llama Victor Taquile, tiene 77 años y vive en la comunidad con su esposa. “mis hijos no viven aquí”, me dijo. Después de conversar un rato, le pregunte si podía tomarle una foto, “voy a escribir y voy a poner con tu foto, en la computadora” le dije, no sé si entendió bien lo que yo estaba diciendo pero me respondió que sí.
“vas a escribir que te has encontrado con un viejito sentado en el campo”, me encargó.
Le tomé la foto y nos despedimos.
Continué buscando al responsable de la llave y no lo encontré.
“vas a escribir que te has encontrado con un viejito sentado en el campo”, me encargó.
Le tomé la foto y nos despedimos.
Continué buscando al responsable de la llave y no lo encontré.
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