Morena, Pasión Andina

lunes, enero 7

TIENDA DE BARRIO

Son las 8 de la mañana, voy corriendo a la tienda de la esquina, la vendedora no está a la vista , “Véndame… véndame…”, toco la puerta con mi moneda de 5 bolivianos, toc, toc, toc. Se abre otra puerta y presurosa sale la dueña de la tienda.

Hago mi compra y de vuelta a casa corriendo.

Si no fuera por la tienda, me quedaría sin los ingredientes esenciales para preparar mi desayuno o mi almuerzo a veces. Y cuando no tengo dinero igual puedo pedir fiado algún producto y pagarlo luego. Y si hay un tiempin extra puedo charlar un rato con la dueña de la tienda, que ella conoce todo el movimiento de los alrededores y no faltará alguien más que se añada a la charla.

No hay como la tienda del barrio, una forma de comunicarnos, vernos.

La dueña de la tienda también es una vecina del barrio, la que siempre está fuera temprano para ir a recoger el pan fresco al horno y tenerlo en su tienda a las siete de la mañana. Unos días está alegre, otros días triste, otros días renegando… pero como sea siempre abre su tienda.

5 comentarios:

Alexis Argüello Sandoval dijo...

Cristina:

Todo un placer el haberte conocido, al ver no más entro en razón del avance de tu blog, siempre para dar a concoer las pinceladas profundas de nuestro ser que tienen un color moreno y costumbres a veces contradictorías y hasta erronéas pero innegablemente nuestras.

Adelante este 2008 todo lo mejor para tí.

Abrazos y besos.

Alexis Argüello Sandoval dijo...

Por cierto he recordado la deuda a la casera de la tienda del barrio.

boliviaindigena dijo...

Alexis,

Gracias.
En cuanto a tu deuda hay que no más ser cumplido, porque lo peor es quedar mal y muchos más que ya no le prestan luego.

Un saludo,

Anónimo dijo...

Hola Cristina.

te escribo desde "la Loma" en Medellín, Colombia.

Gracias por el comentario que dejaste en mi blog.

Me agradó mucho tu sitio. Es muy interesante que la red nos permita leernos.

te cuidas

Catalina.

boliviaindigena dijo...

Catalina,

Nos estaremos visitando entonces.

Un saludo,

Rosita Pochi

Waliki