A 93 años de la Rebelión de Jesús de Machaqa, es importante recordar la lucha de aquellos líderes indígenas que se rebelaron contra las acciones de aquellas autoridades que ostentaban un poder circunstancial.
Un proceso largo de investigación se vio
reflejado en su momento en el libro La Masacre de Jesús de Machaqa publicado en
1986, al cual siguió otro denominado Jesús de Machaqa: La marka Rebelde. Cinco siglos de historia del historiador
aymara, Doctor Roberto Choque Canqui.
Algunos párrafos de este último libro señala:
Después de muchos años de coloniaje, a fines del siglo
XVIII, llegó el momento de buscar otros mecanismos de liberación a través de
una rebelión contra el sistema, más allá de las vías legales. Había que pasar a estrategias de una lucha
activa, utilizar acciones de hecho incluso violentas. La resistencia vía rebelión ha sido también
fundamental para los indios entra de sus explotadores,: hacendados, curas,
corregidores, mineros o dueños de las minas.
Con el apoyo de su hijo Marcelino, preceptor y creador de
las primeras escuelas indigenales en la región, el cacique apoderado Faustino
Llanqui “Titi” se involucró enseguida en la defensa de sus ayllus ante los permanentes conflictos que tenían con
patrones, vecinos y corregidores, dentro y fuera de Jesús de Machaqa.
Con el liderazgo de Faustino Llanqui y su hijo Marcelino, se
fortaleció la resistencia activa y la propuesta alternativa de los ayllus de
Jesús de Machaqa, apelando cada vez más a sus raíces, previas a la creación de
la República. Más aún, de manera pionera,
se llegó a formar una organización autónoma de estos ayllus, proveyendo incluso
sustitutos aymaras originarios para los cargos de corregidor, juez, párroco y
otras autoridades coloniales.
En la madrugada del 12 de marzo de 1921, se produjo el
levantamiento con el asalto de nueve comunidades o ayllus sobre el pueblo de
Jesús de Machaqa.
El 14 de marzo, como consecuencia de los acontecimientos del
día 12, el gobierno de Bautista Saavedra, que anteriormente había estado tan
cercano al movimiento cacical, ordenó la movilización de un escuadrón del
Regimiento Avaroa a Jesús de Machaqa, donde masacró a los comunarios, saqueó y
quemó sus casas y arreó sus ganados.
Estos sucesos dejaron profundas huellas en el sentimiento de las
comunidades de Jesús de Machaqa, produciendo además convulsiones y represiones
en cadena, también en las provincias de Ingavi, Omasuyos, Los Andes, Pacajes,
Murillo y Sicasica.
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