Bolivia desde hace ya tiempo atrás vive un ambiente de racismo que tiende a acentuarse por influencia de los grupos hegemónicos que gobernaron por siempre este país.
El año pasado, cuando se realizaba la Asamblea Constituyente, estos grupos racistas incluidos "universitarios", escupieron, insultaron, golpearon, a mujeres indígenas y a mujeres y varones asambleistas que apoyan los procesos de cambio.
El 24 de mayo, también en la ciudad de Sucre, se vuelve a agredir a indígenas, humillándolos y golpeándolos hasta el límite del abuso, gozando de la impunidad que les permitieron las autoridades locales.
El pasado viernes, esta vez en Santa Cruz de la Sierra, nuevamente mujeres indígenas son agredidas por "valientes jóvenes", que no dudan en patear e insultar a una mujer como si no se hubieran gestado en el vientre de una mujer.
Ayer por la tarde, la oficina de la delegada presidencial en Santa Cruz es tomada en una acción premeditada y planificada a través de la cual, se agrede a una mujer policía, a un policía varón, a los funcionarios y también a la indicada delegada.
Los promotores de este racismo en contra de toda persona que sea vea como indígena o que apoye los procesos de cambio es amenazada, golpeada, insultada. Estos promotores habilmente utilizan a la gente para que actúen de esa forma.
Es necesario recordar que, 63% de la población boliviana se identifica como perteneciente a uno de las 36 pueblos indígenas en Bolivia e históricamente, éstas son tierras ancestrales de los pueblos indígenas originarios. Sin embargo, a pesar que existe una profunda raíz indígena en estos territorios, algunos grupículos de gente no entendieron que estamos en el siglo XXI y siguen pensando que el ser algo más blanquito o el tener un apellido que no suene como indígena es sinónimo de superioridad frente al que es moreno o tiene un apellido indígena.
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