Ch´allados por el aromático y serpenteante incienso que iba fluyendo de los sendos fuegos encendidos por los yatiris (sabios) aymaras o por los vendedores, fueron pasando los afanosos compradores con sus billetitos, casas, terrenos, títulos universitarios, tiendas de estuco, materiales de construcción, canastas de productos, ganado , etc. en pos de llamar las energías de la pachamama (madre tierra) para que los sueños y esperanzas con las que hicieron sus compras se hagan realidad.
Esta práctica andina se repite anualmente no solamente en la La Paz sino en otros departamentos de Bolivia y en países vecinos también. El objetivo, claro está es asegurarse la abundancia a través de la representación en miniatura de todo lo que cada persona desea tener. Todo ello se enmarca dentro la figura central de esta fiesta, que se constituye en tener una illa.
Illa es una palabra que según el primer diccionario de lengua aymara de Bertonio en 1612 se define como “cualquier cosa que uno guarda para protección de su casa, como chuño, maiz, plata, provisión de ropa y aun las joyas, etc.” Durante la época del incario se solía guardar cantidades de maiz para garantizar la provisión de alimento durante el año. Igualmente en los hogares andinos es común que haya siempre provisiones de chuño, tunta, habas, maiz y productos secos para el consumo anual. Esto adquiere el denominativo de “illa manka, producción de comida o comida guardada para ello”. Para el investigador Frisando Pinedo illa “son talismanes y amuletos destinados a la protección y conservación de los diferentes bienes materiales: vivienda, ganado, riquezas, etc. contra enfermedades, robos y también para favorecer la procreación.”.
A la ch´alla con fuego e incienso de estas illas, se suma la ch´alla con el agua a través de la lluvia que siempre cae en época de alasita, el cual tiene un significado importante para garantizar una buena cosecha en los venideros meses en el área rural y también asegurar el crecimiento y abundancia de todo lo que se desea en los espacios urbanos.
Esta práctica andina se repite anualmente no solamente en la La Paz sino en otros departamentos de Bolivia y en países vecinos también. El objetivo, claro está es asegurarse la abundancia a través de la representación en miniatura de todo lo que cada persona desea tener. Todo ello se enmarca dentro la figura central de esta fiesta, que se constituye en tener una illa.
Illa es una palabra que según el primer diccionario de lengua aymara de Bertonio en 1612 se define como “cualquier cosa que uno guarda para protección de su casa, como chuño, maiz, plata, provisión de ropa y aun las joyas, etc.” Durante la época del incario se solía guardar cantidades de maiz para garantizar la provisión de alimento durante el año. Igualmente en los hogares andinos es común que haya siempre provisiones de chuño, tunta, habas, maiz y productos secos para el consumo anual. Esto adquiere el denominativo de “illa manka, producción de comida o comida guardada para ello”. Para el investigador Frisando Pinedo illa “son talismanes y amuletos destinados a la protección y conservación de los diferentes bienes materiales: vivienda, ganado, riquezas, etc. contra enfermedades, robos y también para favorecer la procreación.”.
A la ch´alla con fuego e incienso de estas illas, se suma la ch´alla con el agua a través de la lluvia que siempre cae en época de alasita, el cual tiene un significado importante para garantizar una buena cosecha en los venideros meses en el área rural y también asegurar el crecimiento y abundancia de todo lo que se desea en los espacios urbanos.
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